El mundo de hoy requiere flexibilidad y abrirnos a la posibilidad de pensar y hacer las cosas de manera diferente, tanto desde el sector público, como el privado.
Hace poco el presidente de Asimet, Dante Arrigoni, se mostró crítico con el Gobierno por la falta de políticas públicas para la reconversión de la industria manufacturera, afirmando que las empresas chilenas requieren un apoyo para competir con los países desarrollados. Las palabras de Arrigoni tienen un contexto: El cierre de varias firmas que no pudieron resistir en el escenario cambiante y difícil de hoy. En las últimas semanas conocimos del fin, o de una profunda transformación de Calzados Guante, la empresa Beba, la planta de Iansa en Linares y de otra de contenedores en San Antonio.
En todos los casos, las razones se explican fundamentalmente por la competencia mundial. Hoy, buena parte de las compañías, en retail, minería, energía, servicios y cualquier producto, tienen al frente a otros productores como los norteamericanos, japoneses y europeos, pero ahora también a coreanos, chinos, vietnamitas y cualquier otro, que esté en condiciones, de generar un bien de valor a bajo precio.
A más de alguien le parecerá curiosa la propuesta de Arrigoni, porque a Chile le ha ido muy bien con el libre comercio. Es esta apertura al mundo la que posibilitó abrir las fronteras, buscar eficiencias, generar Industrias competitivas y beneficiar a los consumidores locales.
Sin embargo, la interrogante planteada por el dirigente gremial tiene asidero. El país tampoco puede ser ingenuo en desconocer que en prácticamente todo el mundo los estados cumplen un rol muy destacado en el apoyo y transformaciones de la empresa privada. Nada es inmóvil ni permanente.
El mundo se ha convertido en lo que es por acción preponderante de lo público. El Sillicon Valley es un ejemplo, pero también China, o buena parte de los productores agrícolas que reciben enormes subsidios para mantener su producción y ser competitivos en los mercados mundiales.
En tal perspectiva, hay que tener muy presente que hoy nos jugamos el futuro, en tal sentido, no se puede ser ortodoxo, hay que abrir la discusión y mirar el futuro desde distintos ángulos con flexibilidad.
Tenemos pocas actividades que están en las «grandes ligas” del mundo. La minería, lo forestal, la salmonicultura, la fruta y el negocio vitivinícola, todos fuertemente basados en los recursos naturales.
Fuente: El Mercurio de Antofagasta, abril 24 de 2019