Andrea Repetto, Universidad Adolfo Ibáñez y Espacio Público
En el año 2018, la economía creció al 4%, mientras que, según la última medición del INE, el empleo se expandió al 0,5%. ¿Por qué rinde tan poco el crecimiento en términos de empleo? ¿Por qué sube la desocupación si la economía ha recuperado ritmo? ¿Y por qué los salarios crecen más lento?
Estas preguntas han rondado el debate todo el año y son problemáticas para un gobierno que ha hecho promesas explícitas de creación de empleos.
A primera vista, los datos sugieren que habría una menor demanda por trabajo. ¿Se trata de una situación puntual o hay razones estructurales que han debilitado la relación entre producción y empleo? Algunos aventurarán que la reforma laboral, junto a cambios tecnológicos, están empujando el reemplazo de trabajo por automatización. Puede ser, aunque ello se notaría en los empleos de calificación media, algo que no se condice con los datos.
Otros dirán que la reforma tributaria redujo el conjunto de proyectos rentables. Pero tendría que tratarse proporcionalmente de proyectos intensivos en trabajo.
Otra hipótesis es que la actividad y el empleo están temporalmente desincronizados debido a rigideces propias de la contratación y el despido. De hecho, la elasticidad empleo-producto (la razón entre el crecimiento porcentual del empleo y el del producto) es volátil: en promedio es aproximadamente 0,6, pero fácilmente fluctúa entre 0,2 y 1,9.
De este modo, es posible que este lento crecimiento del empleo se resuelva por sí solo en unos meses. La información reciente de la Encuesta de Empleo de la Universidad de Chile así lo sugiere.
También ha cambiado la composición del crecimiento en el corto plazo, con una expansión de sectores que contratan menos (minería) y un retroceso de algunos que contratan más (comercio y manufacturas).
En su Informe de Política Monetaria (IPoM) de diciembre, el Banco Central propone una hipótesis adicional: el efecto de la inmigración que no es capturado apropiadamente por la Encuesta Nacional de Empleo (ENE) del Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
En efecto, debido a los problemas del Censo de 2012, la ENE y otras encuestas quedaron con dos rezagos relevantes: un marco muestral desactualizado y factores de expansión que no reflejan bien a los grupos poblacionales.
En un ejercicio sencillo, y sobre la base de datos del Departamento de Extranjería y Migración, el Central aventuró una estimación del empleo de inmigrantes que la ENE no captura por el problema de los factores de expansión.
Sus estimaciones indican que en 2018, el empleo estaría creciendo anualmente entre el 2,4% y 3,3%, y no al 0,5%. Es decir, usando el escenario medio, la economía estaría hoy generando unos 240 mil empleos al año y no 42 mil, como dice la ENE. En el escenario conservador, que supone que no hubo inmigración alguna en 2018, habría cerca de 200 mil nuevos empleos.
Hay múltiples motivos para dudar de estos números. Si bien el IPoM no habla de la incertidumbre que existe en torno a los supuestos de la medición, un consejero del Central indicó a un medio que la estimación «probablemente está sujeta a muchos errores», mientras que el gerente de su División de Estudios dijo en un seminario «tenemos muchas dudas.»
Claro, el ejercicio solo ajusta los factores de expansión y no el marco muestral. Incluir lo segundo puede mover las cifras en cualquier dirección.
Además, supone que los datos de visas de extranjería son precisos (que cada visa representa a una sola persona, que toda visa se usa, que no hay errores de digitación, etc.). Pero se trata de datos sin auditar y que surgieron públicamente cuando el ministro del Interior los llevó al Congreso para la discusión de un proyecto de ley que busca limitar la inmigración.
Al mismo tiempo, abre otras interrogantes. El mayor crecimiento del empleo estimado conlleva un crecimiento de la productividad total de factores prácticamente nulo este año y muy negativo en los años previos. Esto tiene consecuencias importantes para la expansión del PIB potencial.
También implica, en el escenario más conservador del IPoM, que un 20% de los empleos que crea la economía son para chilenos o residentes, y un 80% para personas que acaban de inmigrar.
En resumen, las cifras del Central parecen problemáticas, incluso en el escenario más conservador, y no resuelven el dilema. Más vale esperar a que el INE incorpore, con rigurosidad, las correcciones que permitirán los datos del Censo 2017 y así tener una estimación más acabada. Sería importante que lo haga acompañado de expertos externos, dado lo jugado que está el Gobierno en estas materias y la falta de independencia del INE.
Por cierto, es una buena noticia que el Ministerio de Economía haya anunciado que considerará la idea de empujar el proyecto de autonomía del INE. Porque, seguramente, de haber habido un INE independiente, con un consejo colegiado y recursos suficientes para el Censo del 2012, no estaríamos teniendo esta discusión sobre las cifras de empleo.
SEGÚN LOS DATOS DEL IPOM, EL 80% DEL NUEVO EMPLEO SERÍA PARA INMIGRANTES.
Fuente: El Mercurio, enero 29 de 2019