Multifuncionalidad, que permite que el trabajador o trabajadora sea más productivo, destaca Dante Arrigoni; y la formalización del empleo, subraya Richard von Appen. «Acá no hay milagros», dice este último.
Tras la aprobación del proyecto de ley que reduce la jornada laboral de 45 horas semanales a 40 horas, varios gremios han reaccionado a lo que implicaría su aplicación y han propuesto acciones para acompañarla.
Entre ellos está la Asociación de Industrias Metalúrgicas y Metalmecánicas (Asimet), quienes, si bien valoraron la legislación, advirtieron que, de no ser acompañada por otras medidas, podría significar un “duro golpe” para la industria.
Dante Arrigoni, presidente del gremio, explica que el costo que podría tener la reducción de la jornada llegaría a ser del 10%, una vez se cumpla con la gradualidad y en cinco años se llegue a las 40 horas de trabajo semanales. Sumado al 6% adicional que contempla el proyecto de pensiones, podría significar un 16% de los costos relacionados a la mano de obra.
“El costo es lineal, al igual que la dirección de las 45 a las 40 horas, son cinco años, será un aumento de un 2% por año”, dice.
El impacto, cuenta, sería muy grande para el sector, que en los últimos 25 años han perdido la mitad de la manufactura. Explica que en aquel periodo la producción era cerca del 22% del Producto Interno Bruto (PIB), pero que hoy es el 10%.
“La mitad de los productos que se hacían ya no se hacen y con este proyecto de las 40 horas va a seguir disminuyendo, lamentablemente lo que eso acarrea es la pérdida de puestos de trabajo”, indica.
Agrega que la industria nacional compite con los productos importados de “economías que tienen mucho más de 40 horas de trabajo”, por lo que el sector compite en desigualdad de condiciones.
“La disminución de las 45 a las 40 horas es aumentar la diferencia y seguir aumentando la brecha de desigualdad en la cual nuestra industria compite. Es un duro golpe”, señala.
Medidas para la industria
De acuerdo a Arrigoni, la reducción de la jornada laboral debe ir de la mano con el aumento de la productividad, como se ha hecho en economías de la OCDE.
“Ellos lo que han hecho es que han desarrollado políticas o puesto en marcha políticas de desarrollo productivo, de tal manera que la empresa aumente la productividad y, una vez que la industria aumentó su productividad, disminuir la jornada de trabajo”, explica.
Desde su perspectiva, se deberían tomar medidas para contrarrestar, como incorporar al proyecto la multifuncionalidad, es decir, que los trabajadores puedan desarrollar diferentes funciones. “Eso permite que el trabajador o trabajadora sea más productivo y también pueda acceder a una mayor remuneración”, señala.
Además, se debe enfatizar a la productividad con la modernización de la industria a través de una estrategia de desarrollo productivo que contemple políticas, inversión en nuevas tecnologías y maquinarias, automatización y digitalización.
“Le hemos dicho al Gobierno que se necesita aumentar el tema de la inversión de la industria 4.0, cambiar el umbral de la definición de las PYME y pequeñas empresas”, señala.
Desde la Sofofa también consideran “fundamental” acompañar la aprobación e implementación de la ley con “medidas concretas para incrementar la productividad y reducir la informalidad laboral”.
“Porque acá no hay milagros. Sin estas políticas complementarias, la reducción de la jornada laboral tendrá un impacto negativo en la competitividad de las empresas, en el empleo, salarios y en la formalidad”, señala una carta publicada por el presidente del gremio, Richard von Appen, en la edición de El Mercurio de este jueves.
Lo anterior, en el entendido que la reducción de jornada apunta a la legítima la aspiración de mejorar en el tiempo el balance de vida laboral y personal y, con ello, la calidad de vida de las personas.
Von Appen también reconoce que durante el trámite del proyecto se acordó en forma transversal la incorporación de medidas de adaptabilidad y flexibilidad.
Fuente: Diario Financiero, abril 13 de 2023