Para un país cuyo futuro depende del comercio internacional, estrechar lazos con Asia Pacifico, la zona de más rápida expansión económica del mundo en los próximos años, es de un enorme beneficio para Chile. Es por ello que como ASIMET respaldamos y abogamos por una pronta firma por parte de nuestro país del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (TPP11).
El nuevo tratado involucra a 11 países de América y Asia, representa a 500 millones de habitantes, y es el tercero mayor en PGB, además de otorgar rebajas arancelarias a más de 3000 productos que pueden ser aprovechados por Chile. Como 8 de los 11 países ya lo ratificaron, faltando solamente Malasia, Brunéi y Chile, el acuerdo ya está operando, y otros se están favoreciendo.
Como representantes de la industria manufacturera nacional nuestro gremio ha manifestado de manera constante y permanente la necesidad de que Chile cuente con una Política Industrial que permita fortalecer a este sector clave de la economía, pues es el camino que han elegido los países modernos para avanzar hacia el desarrollo. Nuestro convencimiento del beneficio que una política en ese sentido generaría para Chile nos ha llevado a trabajar en una serie de iniciativas y aportes para concretar ese objetivo, lo que finalmente logramos plasmar en el diseño de una Estrategia Industrial 2030 para Chile, la que ya se encuentra en poder de las principales autoridades económicas del país, con las que ya hemos instalado mesas de trabajo para avanzar en la concreción de algunas iniciativas.
Es por ello que frente a algunas versiones que señalan que la firma del TPP11 por parte de Chile significaría para nuestro país no poder poner en práctica una Política Industrial, como ASIMET afirmamos lo siguiente:
- El TPP11 no impide llevar a cabo una estrategia industrial e impulsar las iniciativas necesarias para su implementación. El acuerdo señala de manera expresa que los signatarios pueden establecer sus propias políticas públicas.
- En el debate público existe una confusión entre un tratado económico internacional, que es un instrumento más de una política de desarrollo, y la actual estrategia de desarrollo, que Chile debe cambiar. Que la actual estrategia esté agotada no es atribuible al TPP11, ni se arregla descartándolo. Es atribuible a la carencia de una política industrial moderna, esencial para acelerar el crecimiento del país más sustentable, inclusivo y tecnológicamente más avanzado.
- Ninguna de las buenas políticas económicas que deben acompañar una nueva etapa de desarrollo productivo se ve impedida por los tratados de libre comercio firmados por Chile, ni tampoco por una futura firma del TPP11. No hay impedimento a una política económica que resguarde los equilibrios macroeconómicos, fiscales, cambiarios, inflacionarios para así apoyar la competitividad. Tampoco lo hay para políticas transversales que eleven la productividad, la alfabetización digital, la ciencia y la tecnología, la creación de un Banco de Desarrollo, la infraestructura digital y física, empleos de calidad, equilibrio territorial, descentralización, y consulta ciudadana. Nada de esto está coartado si se firma el TPP11.
- Se ha argumentado que el acuerdo limita la soberanía del Estado para crear empresas públicas. El tratado reconoce el derecho a cada país para establecer sus propias leyes, regulaciones y políticas para salvaguardar el bienestar público. No impone limitaciones para crear una empresa pública, sí advierte contra el uso de subsidios que puedan distorsionar los precios de los bienes o servicios que compiten internacionalmente.
- Igualmente, se ha criticado que el TPP11 otorga ventajas a las empresas internacionales que litigan contra los Estados miembros. La resolución de controversias deberá mejorarse, pero entretanto, la establecida en el TPP mejoraría la posición de los Estados firmantes.
El debate en torno al TPP11 debe ser una oportunidad para concordar una nueva Política Industrial, con más innovación, complejidad, valor agregado y menos concentración y más medianas empresas competitivas.
El mundo que viene requerirá de grandes reformas a la gobernanza global, y si Chile queda afuera de esta enorme tarea se expondría a la irrelevancia, perdería capacidad de negociar e incidir.
Las reglas globales protegen a los países pequeños: sin ellas los grandes imponen sus criterios. El mejor camino para Chile es impulsar conjuntamente los tratados internacionales, promoviendo su permanente perfeccionamiento, y poner en marcha una nueva estrategia nacional de desarrollo productivo, dialogada y compartida.
Dante Arrigoni C.
Presidente ASIMET
Septiembre 30 de 2022