Frente a la decisión de la Comisión Antidistorsiones de Precios, que resolvió poner término a la tasa provisional del derecho antidumping a las importaciones de acero mexicano, rechazando la denuncia presentada por las industrias nacionales CAP y AZA, el gremio que reúne a los industriales metalúrgicos metalmecánicos recalcó que la libre competencia debe desarrollarse sobre la base de reglas comerciales parejas para todos.
En una declaración pública, ASIMET enfatizó que la aplicación de medidas antidumping es un mecanismo internacional, sugerido por la OMC, que permite a las industrias locales poder corregir distorsiones que atentan contra la libre competencia.
“Chile tiene una de las fronteras más abiertas del mundo, y como ASIMET apoyamos la libre competencia que debe desarrollarse sobre la base de reglas comerciales parejas para todos. En ese sentido, recalcamos que continuaremos apoyando todas aquellas medidas destinadas a evitar las prácticas de competencia desleal que, entre otras graves consecuencias, han contribuido a la desindustrialización del país, con las serios efectos negativos que ello trae aparejado, como las pérdidas de trabajo calificado en Chile”, señala la declaración.
Más adelante, el gremio recalca que “adherimos al desarrollo de un comercio libre y respetuoso de las leyes locales e internacionales, y es la Organización Mundial del Comercio (OMC), la que establece procedimientos para que las empresas puedan demandar acciones para corregir las distorsiones que se presentan en los mercados. En Chile es un organismo técnico, la Comisión Antidistorsiones de Precios (CNDP), quien investiga en forma autónoma dichas demandas”.
Finalmente, el texto enfatiza la necesidad de que Chile avance en la reindustrialización 4.0, “aprovechando la economía de libre mercado y sin proteccionismo, con un sistema antidistorsiones que funcione en plazos reducidos y a costos accesibles a la mayoría de la industria, para que las reglas de la competencia leal efectivamente se cumplan”.
Dante Arrigoni Cammas
Presidente de Asimet
Mayo 03 de 2019
Resulta complejo hablar de una reducción de la jornada laboral en Chile cuando la actividad económica está débil, en vías de recuperación de las nefastas reformas del segundo gobierno de Michelle Bachelet y las malas proyecciones por el incierto panorama internacional.
Pero es un tema que debemos hacernos cargo, y no se trata de demonizar al dueño de Alibaba Sr. Jack Ma por proponer una jornada 9-9-6, lo que sería muy fácil, sino examinar científicamente si es dañina para los trabajadores nuestra actual jornada laboral y por ende, si se requiere con urgencia una reducción como la que propone la diputada del Partido Comunista Srta. Camila Vallejo.
Efectivamente para ver la conveniencia de reducir la jornada, debemos primero determinar si las 45 horas semanales actuales son excesivas o se enmarcan dentro de márgenes racionales, que permiten armonizar la vida privada y familiar de los trabajadores con la productividad de la empresa.
A priori parece una exageración los postulados que promueven una jornada laboral de 9-9-6 como los empresarios chinos Sres. Jack Ma y Richard Liu, que se entiende estan influenciados por el decrecimiento de la economía china, la guerra comercial con E.E.U.U. y el temor de ver reducidas sus fortunas por no ser capaces de volver a crecer en torno al 10 por ciento anual.
Pero qué impacto tendría en la economía chilena reducir la jornada, por de pronto, se afectaría la producción al disminuir un factor productivo y aumentaría el desempleo al ser más caro la hora de trabajo, afectando el crecimiento económico. Aunque algunos podrían sostener que al laborar menos un trabajador lo haría más feliz y mejor, lo que aumentaría la productividad y mejoraría las remuneraciones por el efecto de los “salarios de eficiencia”, siendo saludable acercarse a países con menos horas trabajadas como Alemania, Suecia y Holanda.
La jornada de 45 horas semanales que rige en Chile y China, parece razonable si consideramos que 9 horas al día es una carga de trabajo adecuada con un descanso de por medio, no solo de “colación” sino de esparcimiento de los trabajadores, que se estima no puede ser inferior a una hora. Este aspecto debería modificarse en la actual legislación que solo contempla media hora de descanso obligatorio dentro de la jornada.
Pero por otro lado están quienes pregonan que 45 horas semanales es excesivo y deberíamos avanzar hacia una jornada laboral ordinaria de 40 horas, tal como se plasma en el proyecto de ley promovido por la diputada Srta. Vallejo, que busca disminuir la jornada en pro de aumentar las horas que los trabajadores destinamos a nuestra vida privada y familiar, mejorar la calidad de vida y desarrollo espiritual, pero que hace caso omiso a la situación económica mundial y en específico, al deterioro de los índices económicos chilenos.
Quizá un llamado a la mesura en tiempos convulsionados y con negativas proyecciones, sea el mejor consejo para quienes ven solo un lado de la moneda, olvidando que para hablar de bienestar de los trabajadores debemos entender que primero se requiere un sostenido crecimiento económico, que permita que una jornada productiva razonable, como la actualmente prevista en el Código del Trabajo, multiplique los beneficios a todos los trabajadores chilenos.
Miguel Brunaud Ramos
Abogado
Fuente: Diario Estrategia, abril 25 de 2019
El mundo de hoy requiere flexibilidad y abrirnos a la posibilidad de pensar y hacer las cosas de manera diferente, tanto desde el sector público, como el privado.
Hace poco el presidente de Asimet, Dante Arrigoni, se mostró crítico con el Gobierno por la falta de políticas públicas para la reconversión de la industria manufacturera, afirmando que las empresas chilenas requieren un apoyo para competir con los países desarrollados. Las palabras de Arrigoni tienen un contexto: El cierre de varias firmas que no pudieron resistir en el escenario cambiante y difícil de hoy. En las últimas semanas conocimos del fin, o de una profunda transformación de Calzados Guante, la empresa Beba, la planta de Iansa en Linares y de otra de contenedores en San Antonio.
En todos los casos, las razones se explican fundamentalmente por la competencia mundial. Hoy, buena parte de las compañías, en retail, minería, energía, servicios y cualquier producto, tienen al frente a otros productores como los norteamericanos, japoneses y europeos, pero ahora también a coreanos, chinos, vietnamitas y cualquier otro, que esté en condiciones, de generar un bien de valor a bajo precio.
A más de alguien le parecerá curiosa la propuesta de Arrigoni, porque a Chile le ha ido muy bien con el libre comercio. Es esta apertura al mundo la que posibilitó abrir las fronteras, buscar eficiencias, generar Industrias competitivas y beneficiar a los consumidores locales.
Sin embargo, la interrogante planteada por el dirigente gremial tiene asidero. El país tampoco puede ser ingenuo en desconocer que en prácticamente todo el mundo los estados cumplen un rol muy destacado en el apoyo y transformaciones de la empresa privada. Nada es inmóvil ni permanente.
El mundo se ha convertido en lo que es por acción preponderante de lo público. El Sillicon Valley es un ejemplo, pero también China, o buena parte de los productores agrícolas que reciben enormes subsidios para mantener su producción y ser competitivos en los mercados mundiales.
En tal perspectiva, hay que tener muy presente que hoy nos jugamos el futuro, en tal sentido, no se puede ser ortodoxo, hay que abrir la discusión y mirar el futuro desde distintos ángulos con flexibilidad.
Tenemos pocas actividades que están en las «grandes ligas” del mundo. La minería, lo forestal, la salmonicultura, la fruta y el negocio vitivinícola, todos fuertemente basados en los recursos naturales.
Fuente: El Mercurio de Antofagasta, abril 24 de 2019