Quedan apenas seis meses para que la Convención Constituyente presente una nueva Carta Magna para que sea aprobada o rechazada por la ciudadanía. Al tenor de los acontecimientos de los últimos días, cuesta ser optimista respecto de que sus miembros serán capaces de presentar en esa fecha una nueva Constitución que nos represente a todos, garantice estabilidad, desarrollo con equidad y mejor calidad de vida para los chilenos e interprete los grandes cambios y desafíos del siglo XXI.
Los déficits comunicacionales de la CC son más que evidentes; nunca hay claridad respecto de los temas que están tratando y abundan las informaciones contradictorias. Pareciera que los constituyentes utilizan esta instancia como tribuna para dar a conocer sus creencias e ideologías personales, más que preocuparse de construir un texto que represente lo que piensa y quiere la gente que mayoritariamente aspiran a vivir en paz y proyectarse sin temores para las próximas décadas.
En los tiempos actuales promover nacionalización de riquezas básicas en un país que con urgencia requiere inversión para desarrollarse, crear buenos empleo, incorporar nuevas tecnologías, fomentar la reindustrialización y la economía verde, significa un gran retroceso. Lo mismo que introducir incertidumbre a la independencia de los poderes del estado, como el Poder Judicial, entre muchos otros temas que se han hecho públicos.
Como país a partir del 11 de marzo se abre un nuevo ciclo político y surgen interrogantes que como empresarios esperamos que puedan ser despejadas en el menor tiempo posible.
En octubre de 2020 casi un 80% de los chilenos votó a favor de la redacción de una nueva Constitución, esperanzados con un Chile mejor, menos desigual y más inclusivo. Todas aquellas opiniones y acciones contrarias a esas intenciones afectarán nuestras perspectivas de desarrollo, garantías de mayor inversión y crecimiento, que son las que generan más y mejores empleos y mejor calidad de vida para las personas.
Hoy el sentimiento es de confusión e incertidumbre. Rescatemos lo que nos hizo durante años ser un ejemplo mundial de una democracia estable y una de las economías de más rápido crecimiento en Latinoamérica, logrando una importante reducción de la pobreza.
Como gremio manufacturero, forjadores del crecimiento productivo del país y de empleos de calidad para los chilenos, expresamos nuestra preocupación por lo que está aconteciendo en la Convención Constituyente. Vemos que está muy lejos de reflejar lo que esperábamos de la nueva Constitución, donde en nuestras singularidades, nos sintamos representados y, sobre todo, confiados que será el instrumento adecuado que asegure el mejor futuro a todos los chilenos y las siguientes generaciones.