El Liceo Industrial Chileno Alemán, ligado a Asimet, logró que más del 90% de sus alumnos de formación dual tuviera un esquema presencial en las empresas.
Richard Ayacura, jefe de especialidad en el Liceo Industrial Bicentenario Chileno Alemán (Lichan), se enfrentó en noviembre del año pasado al complejo escenario que dejó la pandemia en la educación técnico profesional dual: las empresas que habitualmente tomaban alumnos para las horas prácticas formativas no estaban dispuestas a hacerlo en 2021.
“Veíamos bien negro el panorama”, reconoce.
Antes, las compañías tomaban entre ocho y diez alumnos en prácticas y a fines de año todos sus alumnos ya estaban inscritos en las vacantes disponibles. En noviembre de 2020, había una solicitud con un solo cupo.
Los argumentos iban desde las aprensiones de los empresarios por la juventud y las capacidades de los estudiantes para adaptarse a los protocolos para operar en pandemia, hasta que la marcha de la actividad productiva es mínima o, incluso, que debieron bajar la cortina.
El primer paso
En Chile, según estimaciones de la Fundación Dual Chile, alrededor de 13% de los 160.422 estudiantes de liceos técnicos es parte del sistema que combina horas de estudios en los establecimientos educacionales con enseñanza en las empresas.
Durante 2020 algunos casos aislados accedieron a horas de capacitación entregadas desde las firmas con talleres online. Uno de ellos fue el Lichan, ligado a la Asociación de Industrias Metalúrgicas y Metalmecánicas (Asimet).
Con la reapertura de la economía, a medida que la severidad de las cuarentenas se fue relajando, tomaron la decisión de retomar las prácticas desde enero, adecuando las horas necesarias para validarlas ante el Ministerio de Educación.
Para ello, diseñaron un plan de más mil horas de trabajo en el interior de las empresas, replicando -como en años anteriores- la división de horas que les permite asegurar la práctica profesional al inicio del año escolar y no al final, como habitualmente ocurre en los establecimientos de formación técnica.
La división que se hizo fue 180 horas de práctica profesional entre enero y febrero y dejar 912 como jornadas formativas al interior de las empresa. Estas, partieron en marzo y se realizarán durante el año académico destinando tres días a la semana para asistir a la compañía, mientras en los dos restantes van a clases en el liceo.
Con este esquema ya definido, se embarcaron en dar solución a la escasez de demanda por alumnos duales.
¿Cómo se logró?
Por una parte hubo una acción focalizada con las empresas socias de Asimet, mientras que por otra los equipos de profesores de las cuatro especialidades que forma el establecimiento -Electricidad, Electrónica, Mecánica Industrial y Construcción Metálica- desempolvaron bases de datos e iniciaron los contactos uno a uno.
“Buscamos bases de datos que tenía del año de la pera, que ya ni siquiera se trabajan. Creamos un correo tipo, empezamos a enviarlos y, de esa manera, sacamos adelante la colocación de sus alumnos”, comenta Ayacura.
En paralelo, se coordinó una campaña con el gremio industrial que comenzó en octubre y se intensificó en diciembre con correos electrónicos directos a los gerentes generales, detalla el gerente de educación del gremio, Alejandro Weinstein.
Otro elemento crucial en el plan, según Ayacura, es que se aumentó el número de empresas participantes y se diversificó la empleabilidad de los alumnos. Es así como en su especialidad tiene repartidos a sus 62 alumnos en 32 empresas, lo que implicó elevar un 77% la cartera habitual con el propósito de no concentrar los alumnos en pocas compañías.
En el cuadro general, según estima Weinstein, la proporción de empresas asociadas al gremio que hoy brinda cupos para los estudiantes del liceo pasó a representar un 70%. Antes, no superaba el 30%.
A su vez, se dio la paradoja de que en algunos rubros hay lista de espera ante una mayor demanda laboral, como ocurre con los alumnos de mecánica, mientras que en el área eléctrica quedaron cupos por llenar.
“Las empresas en su gran mayoría están muy satisfechas con el trabajo desempeñado por los alumnos. Y, de hecho, hay empresas en lista de espera”, dice Ayacura.
Otro elemento que favoreció el ingreso de estos jóvenes a las firmas es “que está costando mucho conseguir trabajadores en algunos sectores y nuestros alumnos han podido cerrar una brecha ya que al ser dual están en una condición intermedia de apoyo”, explica Weinstein.
Hasta la fecha, el balance del plan es que de los 218 alumnos de cuarto medio (año en que este establecimiento combina la enseñanza con el modelo dual), 200 lograron estar en el esquema de practicas presenciales con todos los protocolos correspondientes por la pandemia.
Con la cuarentena
Ahora, con toda la Región Metropolitana en cuarentena, los alumnos no pueden dar continuidad al trabajo presencial. A ello se suma que el convenio con las empresas es de aprendiz, por lo que no es factible incluirlos dentro de la nómina de una empresa que opere como esencial.
“Muchas de las firmas me hicieron la misma pregunta sobre si los alumnos podrían ir en cuarentenas”, comenta Ayacura, pero por las condiciones que dispone la autoridad les aclaró que esto no es viable, aún cuando ellas operen como esencial e incluso comprometan el traslado de puerta a puerta, al igual que lo hacen con sus trabajadores.
Ante este contexto, en el Lichan por ahora se replicarán las capacitaciones con certificaciones impartidas desde las mismas empresas.
El entusiasmo de los alumnos
Benjamín Jorquera, alumno de cuarto medio del Liceo Bicentenario Chileno Alemán, comenta por teléfono desde su casa en San Miguel, que está “con todas las ganas y esperando que todo esto se normalice un poco más para poder volver”.
Con clases online y cursos de capacitación, Benjamín se adaptó -al igual que lo hizo en el primer año de pandemia- a las restricciones sanitarias. “Partí en enero con todas las ansias, emocionado por entrar” y aunque sabe lo difícil que fue darle continuidad a las horas formativas en las compañías él “hasta el momento” no pierde el entusiasmo.
“La práctica ha sido un gran incentivo para seguir estudiando. El estar con mis manos ahí, me ha brindado mucho aporte tanto en lo emocional como en el aprendizaje”, dice.
Tres veces a la semana se trasladaba en metro hasta Quilicura a una empresa que se dedica a hacer alambrado de cobre que luego exporta.
La experiencia de su compañero, Benjamín Apablaza también ha sido satisfactoria. En una entidad que desarrolla diferentes proyectos con impacto social, en enero estuvo en la fabricación de ventiladores mecánicos y luego en marzo partió en otro de carros forestales.
“Se pasa súper bien, uno aprende mucho, conoce gente (…) es bueno sentir que eres parte de un proyecto, que trabajaste bien, que cumpliste tu meta”, manifiesta.
Con el antecedente que en 2020 no se hicieron horas formativas durante el año, reconoce que al principio estaba nervioso con la posibilidad de que las prácticas “comenzarán y se cancelaran altiro”. Hoy, a la espera de que se levanten las cuarentenas, reconoce desde su casa en Macul que está ansioso por “estar ahí para hacer mi trabajo”.
Fuente: Diario Financiero, abril 22 de 2021