Se ha informado recientemente que, en plena pandemia y en medio de la mayor crisis económica en casi un siglo, Chile logró exportar más de US$71 mil millones durante 2020, un buen resultado que sin duda se debe a los tratados de libre comercio que mantiene nuestro país alrededor del mundo. Más de un tercio de nuestros envíos se dirigieron a China, lo que genera preocupación en algunos expertos que alertan sobre una alta concentración de los destinos y en la necesidad de buscar nuevos mercados.
Si bien lo anterior es relevante, pienso que la pregunta de fondo que debemos hacernos es: ¿Qué estamos exportando? La respuesta es la misma desde hace décadas: cobre, pescados, frutas. El bajísimo valor agregado que posee nuestro portafolio de exportaciones, cuyo dinamismo depende cada vez más de factores como restricciones ambientales o climáticos, nos obligan como país a enfrentar de una buena vez el desafío de avanzar hacia una economía basada en el conocimiento, que agregue valor a su producción y, en particular, a sus envíos por la vía de la innovación de procesos y productos, así como la incorporación de capital humano y conocimientos de vanguardia a su matriz productiva.
Dado que Chile exporta con ventaja comparativa solamente productos poco complejos, todos los productos de mayor complejidad, y también aquellos que se asocian a un mayor valor de oportunidad estratégica, se encuentran relativamente lejos de las actuales capacidades productivas chilenas.
Los países desarrollados, con los que tanto nos gusta compararnos, han logrado mejorar los beneficios de sus colaboradores mediante la complejización de su economía, a través de una industria con creciente valor agregado.
¿De dónde vendrán entonces los impulsos para un renovado esfuerzo exportador chileno y qué políticas pueden servir para fomentarlo? Poco o nada hemos escuchado de ello en los últimos años, y debido a las urgencias actuales producto de la pandemia no es aventurado pensar que tendremos que seguir esperando por una estrategia productiva nacional que vaya por ese camino.
Lamentablemente, en Chile nos hemos acostumbrado a no mirar más allá de un par de años para planificar nuestro horizonte de crecimiento, pero para que el país pueda alcanzar el desarrollo, y por cierto superar la actual crisis, debemos generar hoy una Estrategia Industrial de largo plazo que nos conduzca a paso firme hacia esa meta.
Como ASIMET fuimos los primeros en advertir hace ya varios años sobre la necesidad de subirnos al tren de la Industria 4.0. Es prioridad invertir en tecnología productiva de alto alcance, así lo entendió el mundo desarrollado que apoya con políticas públicas este tipo de inversión. En Italia, por ejemplo, existen hoy subsidios de entre el 40% y el 60% para invertir en maquinaria y tecnología productiva.
En un tiempo en que Chile debe tomar importantes decisiones que marcarán nuestro futuro próximo y también el de largo plazo, ¿qué candidatos están dispuestos a tomar la bandera de la Industria 4.0 para que el país pueda avanzar hacia mayores niveles de complejidad en su estructura productiva y de exportación?
Dante Arrigoni C.
Presidente ASIMET
Me parece excelente la nota expuesta, y muy de acuerdo en complejizar la economía, a traves de la innovación en procesos industriales y capital humano.
En relación a la última pregunta, aparentemente no se visualizan candidatos que propongan una estrategia de largo plazo y se transforme en política de estado.
Saludos
Julio Carreño
Me interesa lo comentado creemos ser un aporte a los nuevos desafíos propuestos