Los intercambios comerciales casi se han decuplicado desde los años noventa
El mundo en general, y Chile en particular, se enfrenta a desafíos e incertidumbres a lo largo de 2020. Superarlos es indispensable para asegurar un crecimiento que permita responder a los compromisos contraídos.
Las inseguridades percibidas vendrían por la fase dos de las negociaciones Estados Unidos-China; el coronavirus, que, aparecido recientemente en China, repercutirá negativamente en este primer trimestre y ya está afectando a la economía global; los conflictos en Oriente Medio, específicamente, en Irán, Irak, que involucran a Estados Unidos e Israel; el Brexit en la Unión Europea, que abre otro período de pactos que serán difíciles de concretar… A estos desafíos podrían sumarse Rusia, Corea del Norte o Libia, por citar tres situaciones que salen con alguna frecuencia a la palestra.
Entre los retos presentes en los cinco continentes, que merecen especial atención, sobresalen los referidos a sequías, inundaciones, olas de calor, incendios, huracanes… cuyos efectos se están percibiendo a lo largo y ancho del globo; el auge de los populismos; los movimientos migratorios; la ciberseguridad; el envejecimiento de la población en Chile y Europa… Son algunas de las materias que están en las mesas de la dirigencia de la mayoría de países.
El 93% de lo exportado recientemente ha ido a países con los que existe tratado de libre comercio
Economías consideradas abiertas como la chilena, o las que componen la Unión Europea, son ejemplos de las que más sufren las consecuencias de estas contingencias en su actividad; a pesar de la lejanía que pueda haber con los entornos en donde tienen lugar, afectan directamente a los intercambios y a los procesos de inversión.
Centrándonos en Chile, es claro que amén de los asuntos de geopolítica internacional ya mencionados, la cuestión primordial en el devenir del país es casi exclusivamente la inseguridad que se cierne alrededor del orden político: habrá que despejarla cuanto antes si se aspira a retomar la senda del desarrollo. Dilatar dos años la redacción de una constitución es quitar certeza jurídica con mirada de futuro a infinidad de situaciones, afecten a los individuos o la sociedad en su conjunto.
Entre los elementos positivos: las cifras macroeconómicas chilenas continúan exhibiendo solidez; la agenda social en marcha que busca financiarse a mediano y largo plazo; las infraestructuras necesarias que tienen que hacerse; la condición de Chile de ser uno de los 22 países del mundo que gozan de una «democracia plena» y que está resolviendo sus actuales diferencias internas a través de las instituciones mandatadas para ello.
Expansión del comercio chileno
Entonces, tras lo ocurrido en Chile, en lo inmediato ¿dónde se sustentaría la expansión en lo económico? Sin dudarlo, principalmente en el comercio exterior amparados por la depreciación del peso chileno. Recordemos que el nivel de intercambios chileno ha dado un salto espectacular en estos últimos 30 años, pasando de 15.000 millones de dólares en los años noventa -fundamentalmente minerales- a casi 150.000 millones con una canasta cada vez más diversificada, ya sea en mercados o en bienes y servicios.
Sin pretenderlo, la caída de la moneda local frente al dólar hace más competitivos a los productos de origen nativo, acelerando su salida a cualquiera de los 65 países con los que existen tratados de libre comercio o al resto de la comunidad universal. El 93% de las mercancías exportadas han viajado en el pasado reciente a naciones con las que se mantienen acuerdos comerciales.
Por lo dicho hasta aquí, las empresas chilenas están obligadas a seguir internacionalizándose. Ya existe una red trabajada duramente en el pasado despejando barreras que permitieran el envío de artículos made in Chile a los diferentes rincones del planeta. Se fomentará el que sean cada vez más las compañías que salgan con su oferta y se unan al grupo de los que comercian regularmente con otras latitudes.
Se debe animar a las regiones chilenas a focalizar sus esfuerzos en abrir espacios para su propuesta exportadora. Fomentar la internacionalización de manera más persistente a emprendedores y empresarios. Prepararlos para que conozcan las reglas y en el cómo hacer negocios alejados del contorno patrio.
La devaluación, ventaja transitoria
Probablemente, amparados en la devaluación observada les sea más fácil comenzar, pero esta ventaja no permanecerá en el tiempo, de ahí que ser productivo será indispensable para mantenerse vigente. Invertir en capital humano, I+D, innovación, intangibles, etc., les aupará, permitiéndoles transformarse en actores relevantes y permanentes en las expediciones transfronterizas.
Asimismo, será más fácil encontrar socios en el extranjero que se animen a invertir en sociedades ya operando o para nuevos proyectos, especialmente si lo producido en estas va de preferencia para compradores radicados afuera del territorio nacional. Las inversiones que miren a Chile como destino estarán condicionadas a la seguridad jurídica que se proponga.
Esto nos retrotrae a la época del DL 600 -el decreto ley que regulaba la inversión extranjera-. En cualquier caso, Chile ya no es el mismo país que en 1989, hoy tiene una presencia ganada a pulso y es respetado en su condición de nación emergente; se han superado muchas crisis –efecto tequila, financiera asiática, burbuja puntocom, el corralito, las subprime…-. Chile es un socio confiable, por lo que la tarea de concentrarse en vender más allá de sus fronteras no se hará tan cuesta arriba, a manera de lo vivido en los momentos de su apertura a la globalización.
Tomás Pablo R.
Presidente Ejecutivo
Wolf & Pablo Consultores S.L.
Fuente: Wolf & Pablo Consultores S.L., febrero 06 de 2020