Mauricio Apablaza, director académico de CIPEM e investigador de la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo.
El primero de marzo del presente se publicó en el diario oficial una modificación a la ley 19.828 que reconoce a la cuarta edad a quien ha cumplido 80 años. De acuerdo a datos del Censo 2017, la población en cuarta edad alcanza los 470.756 correspondientes al 2.68% de la población nacional. De estos 79,509 tiene más de 90 años.
De la población de la cuarta edad, un 85.6% vive en zonas urbanas y un 38.8% reside en la región metropolitana. Proporcionalmente, la región de Valparaíso concentra la proporción más alta de personas en la cuarta edad alcanzando el 3.4% de la población de la región tal como se aprecia en el siguiente gráfico.
En términos de sexo, un 64.3% de la población en la cuarta edad son mujeres y 79.256 (16.8%) vive en hogares unipersonales. El número promedio de hijos nacidos vivos alcanza los 4.2 para las mujeres del subgrupo. Un 8.7% se considera perteneciente a pueblo indígena u originario y 1.7% es migrante.
La escolaridad promedio alcanza los 6.6 años en el grupo etario, 4.5 años menos que la población total mayor de 25 años siendo un 14,1% analfabeto (CASEN, 2017). Un 5.3% de la población de la cuarta edad se encuentra trabajando por un pago en dinero o especies y un 10.2% declaró que realizó quehaceres de su hogar o trabajo para un familiar sin pago.
La encuesta CASEN del mismo año evidencia que el 51.1% tiene alguna condición permanente o de larga duración[1] y un 49.71% de la población tienen alguna dificultad para realizar sus actividades diarias. De aquellos que tienen alguna limitación un 24% tiene ayuda dentro del hogar para realizar sus actividades diarias. Adicionalmente, un 17,4% vive en hogares en pobreza multidimensional.
OPINIÓN
Germán Lafrentz, gerente de Asuntos Corporativos de Caja Los Héroes.
De la descripción de este nuevo segmento evidenciamos una serie de cifras e información que además de caracterizar a este grupo nos permiten relevar la importancia de aquellos más de 470.000 chilenos que conforman la cuarta edad, que como referencia equivalente a la población total de la conurbación La Serena – Coquimbo.
Esta segmentación debe ser el primer paso que nos ayudará a conformar un grupo con ciertas características homogéneas con el cual debemos todos convivir, generando el respeto ciudadano y familiar que tanta falta les hace.
La caracterización de este grupo reúne ciertas condiciones que pueden resumirse en: «multi-enfermedad», «cronicidad» y «discapacidades».
Cada una de estas condiciones puede combinarse o darse por sí sola y también tener diferentes grados de profundidad.
Políticas públicas segmentadas serán cada día más necesarias, dado que la realidad de este grupo es diferente y el número de ellos irá creciendo en forma exponencial. Debemos profundizar en los programas de control de salud domiciliaria y la aplicación de programas de apoyo a la dependencia.
Es conocido que, en los países desarrollados en estos temas, como Japón, Alemania y España, los programas de dependencia del adulto mayor tienen una variada forma de operar. Algunos de ellos consisten en subsidios familiares, capacitaciones a los miembros de las familias, hogares diurnos, programas recreacionales institucionales para adultos mayores y voluntariado, todos ejecutados de una forma estructurada y especializada.
También debemos mencionar que los costos de atender la dependencia conllevan altos presupuesto que no cualquier líder político es capaz de implementar. De hecho, el 45% de los chilenos rechaza pagar un impuesto específico en beneficio de los adultos mayores (Senama 2017) y en países como Japón, Alemania y España, se destinan un 1,8%, 1% y 0,7% del PIB.
Finalmente debemos tener presente que las acciones respecto a este grupo deben ser políticas multisectoriales, dado que, si bien lo básico son los aspectos de salud, deben estar combinados con los de seguridad social y recreación. Cada una de ellas por si sola no es suficiente.
[1] En general se define como condición permanente a alguna de las siguientes: 1. Dificultad física y/o de movilidad 2. Mudez o dificultad en el habla 3. Dificultad psiquiátrica 4. Dificultad mental o intelectual 5. Sordera o dificultad para oír aún usando audífonos 6. Ceguera o dificultad para ver aún usando lentes; y limitaciones a dificultades en realizar cualquiera de estas actividades: a) Comer (incluyendo cortar comida y llenar vasos) b) Bañarse (incluyendo entrar y salir de la tina) c) Moverse/desplazarse dentro de la casa d) Utilizar el W.C. o retrete e) Acostarse y levantarse de la cama f) Vestirse
Fuente: Los Héroes CCAF, mayo 14 de 2019