En medio de una economía que cae y una inflación de dos dígitos, advierte que para evitar un sobreajuste, el Banco Central debiera mantener la tasa en 9,5%. En suma, no ve necesidad de más alzas.
“Desde el punto de vista económico estamos enfrentando dos años muy, muy complicados”, afirma el economista y expresidente del Banco Central, Roberto Zahler, al evaluar la coyuntura, marcada por una política fiscal y monetaria contractiva para frenar el sobrecalentamiento heredado de 2021, una inflación galopante y un déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos que en 2022 y 2023 superará el 5% del PIB, según proyecta.
El entorno internacional tampoco favorece con alzas de tasas de interés que encarecen el financiamiento externo, una menor demanda de nuestros productos por el menor crecimiento de nuestros principales socios comerciales, y caídas en los términos de intercambio.
“No hay responsabilidad en esta coyuntura ni del Banco Central ni del gobierno, al contrario, estamos corrigiendo los excesos del año pasado”.
“Un tipo de cambio sobre $ 1.000 es completamente injustificado para una economía como la chilena, más aún, sobre $ 900 también lo es”.
“Todo esto apunta a que este año vamos a terminar creciendo al 2%, que no es un mal crecimiento, pero el próximo año lo más probable es que tengamos una caída del Producto en el contexto de una inflación todavía muy alta”, comenta.
– Este segundo semestre ¿enfrentaremos un aterrizaje brusco?
– El crecimiento del tercer y cuarto trimestre en 12 meses será negativo y lo llamaría brusco si consideramos que en el primer semestre crecimos en torno al 6% y cerraremos el año en 2%. Además, con una inflación muy alta, de dos dígitos por lo menos hasta fin de año, independiente de lo que esté haciendo el Banco Central, por la propia inercia inflacionaria. Hacia fines del próximo año proyecto que la inflación estará en torno al 4%, pero a fines de este año se ubicará sobre 10%.
– ¿La recesión del próximo año es inevitable?
– Es bastante inevitable por un tema estadístico.
– ¿Será por un período acotado o extenso?
– Haber crecido más de 11% en 2021 fue una irresponsabilidad y requiere un ajuste, que el gasto se enfríe y eso se dará en los próximos 18 meses, más allá no es necesario. Hacia mediados de 2023 la economía entra en régimen, no necesitamos desde el punto de vista macroeconómico de un ajuste adicional. El próximo año tendremos una caída del Producto pequeña, una inflación más baja, y una situación fiscal bastante menos contractiva. Esperaría que el precio del cobre se mantenga sobre US$ 3 la libra. La sensación ambiente será mejor y el tipo de cambio no estará sobre $ 1.000.
Ya en 2024 estaremos en otro escenario, donde la brecha entre el Producto potencial y el efectivo se habrá cerrado y podemos crecer con baja inflación y un menor déficit en cuenta corriente. El crecimiento potencial estaría entre 2% y 2,5%.
– Usted apuntó al gobierno anterior por la compleja situación que enfrentamos hoy. ¿El gobierno actual tiene alguna responsabilidad?
– Desde el punto de vista macroeconómico, ninguna. Por el contrario, se están haciendo las cosas bien, en un entorno externo e interno muy complejo. La política fiscal es muy prudente. Los fondos soberanos, que el año pasado se usaron fuertemente para financiar parte del exceso de gasto del sector público, se recuperaron en forma importante (más de US$ 5.000 millones en el primer semestre de este año), hubo muy poco aumento de la deuda pública, lo que deja espacio para afrontar la coyuntura si se pone más compleja.
– ¿Y poner en discusión una reforma tributaria no genera ruido? ¿No se afecta al crecimiento?
– Siempre que se plantea una reforma tributaria se genera ruido. Sin embargo, considerando el consenso transversal, reflejado en el proyecto de nueva Constitución como en lo que la oposición ha dicho estaría dispuesta a modificar de la Constitución actual si gana el Rechazo, en términos de mejorar pensiones, salud y educación, lo serio es financiar dichos gastos permanentes con ingresos permanentes, lo que significa reducir la elusión y la evasión y aumentar la tributación. La alternativa sería incrementar fuertemente el endeudamiento público y/o generar mayor inflación, lo que afectaría en mayor medida el crecimiento.
Desanclaje y estanflación
– ¿Cómo evalúa al Banco Central en esta coyuntura?
– La política monetaria ha estado bien planteada, Chile fue uno de los primeros países en subir las tasas de interés, los niveles a los que ha llegado eran necesarios. No hay responsabilidad en esta coyuntura ni del Banco Central ni del gobierno, al contrario, estamos corrigiendo los excesos del año pasado.
– ¿Hay riesgo de desanclaje de expectativas?
– Lo estamos viendo. Si se miran los indicadores de precios de mercado, forwards, swaps, tasa de interés nominales y las tasas de interés en UF de los bonos de la Tesorería a distintos plazos, vemos que quizás por primera vez, las expectativas de inflación a 5 y 10 años están sobre el 5%. Eso es complicado y, por lo mismo, es probable que el Central siga subiendo la tasa un poco, aunque yo no lo creo necesario.
– ¿Por qué? ¿Hay riesgo de sobreajuste?
– Hoy la TPM está en 9,75%. Para evitar un sobreajuste, me parece que el BC debiera mantenerla en ese nivel y empezar a bajarla cuando las expectativas de inflación vuelvan a estar en el rango meta del BC, más que seguir subiendo la TPM y bajarla muy pronto. Esto, por el rezago con que opera la política monetaria y por el efecto de la intervención cambiaria. Y, en ese punto, creo que el Central actuó correctamente, aunque tarde.
– ¿Por qué?
– Porque había bastante evidencia para haber intervenido antes. Actuó un poco tarde, pero ya es historia y se vio favorecido por el alza del precio del cobre y la caída del dólar en el mercado internacional, lo que permitió una baja importante del tipo de cambio, de más de $ 100. Un tipo de cambio sobre $ 1.000 es completamente injustificado para una economía como la chilena, más aún, sobre $ 900 también lo es.
– Otro concepto que ha rondado es el de la estanflación, aunque Rosanna Costa dijo que ella no llama así a este período de inflación alta y bajo crecimiento.
– Es la combinación de estancamiento e inflación y estamos básicamente en ese proceso si consideramos que llevamos poco más de un trimestre con crecimiento cayendo mes a mes -eso es estancamiento-, y con la inflación en dos dígitos. Estamos en estanflación, aunque suene terrible.
– Las proyecciones de este año y 2023 sugieren una caída en la inversión. ¿Cuánto de eso responde al proceso constitucional?
– En el primer semestre de este año las importaciones de bienes de capital en dólares han superado mes a mes a las del año pasado, las de 2020 y 2019, lo que es sorprendente e importante. Las cifras de la construcción, que es el otro componente de la FBCF, no fueron muy buenas y uno esperaría que mejoren. Ahora, el segundo semestre de este año tendrá una base de comparación muy alta y las proyecciones del IPOM y Hacienda son negativas para la inversión, pero también lo son para el consumo. El Índice de Confianza Empresarial también refleja que podríamos tener a futuro una caída de la inversión. Otro punto es que hay un rezago en la inversión del sector público. Es probable que la incertidumbre que hay respecto al tema constitucional y al tema político que hay en Chile pueda afectar la inversión.
Fuente: Diario Financiero, agosto 08 de 2022